Mirarte a un espejo y no reconocerte, ensayar sonrisas que lleguen a resultar creíbles al resto del mundo. Sentir que no eres la que está reflejada en ese espejo, que no eres tú la que se rinde a la primera de cambio, que no eres tú la que llora todas las noches por confundir quién sabe qué sentimientos y que no eres tú la que se deja mangonear.
Auto-convencerte de que no te mereces algo más y conformarte, es el camino fácil. Enfrentarte con todo aquel que te haga sentir inferior, es el camino correcto.
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